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Sandro de América-WALLPAPERS con Capturas de Video

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lunes, 26 de mayo de 2008

Sandro.No habrá ninguno igual -Río Negro online



Nació en los suburbios de la mano del rock y la balada hasta convertirse en una voz para América. Su estilo no tiene herederos y su vocación por la poesía y la sensualidad, lo convirtieron en un extraño caballero de la industria. Pasa por su momento más difícil, pero aun así, Sandro o Roberto Sánchez, no se rinde y sus fans esperan el milagro de su regreso.

La frase se ha transmitido de un fan a otro a través de generaciones. Todos se la adjudican a Sandro. Es nuestro caso, la escuchamos de labios de un colega que hoy vive y trabaja en Miami, quién, a su vez, la heredó de otro que vive y trabaja en Buenos Aires. Cuentan que Sandro respondió en el coqueto hall de un hotel cinco estrellas, hace ya unos años, ante un requerimiento del excelente redactor Camilo Sánchez: "El secreto, Camilo -y es por todos sabido que Sandro tiene por norma aprenderse de memoria los nombres de sus interlocutores antes de cualquier conferencia o entrevista- es llevar el smoking como si fuera un jeans y el jeans como si fuera un smoking". Palabra santa.

No habrá ninguno igual, no habrá ninguno. Este es un hecho indiscutible que aparece revestido de una épica tanguera. Sandro fue el creador de un estilo que morirá una vez que su voz se apague. Las raíces que alimentaron al personaje que pasaría de llamarse Roberto Sánchez a simplemente Sandro, fueron tan múltiples y gruesas que ya nunca abandonaron al cantante en su derrotero por el mundo. Tratar de encasillar a Sandro tanto en el universo rock como en el de la balada, podría remitir a un error de cálculo.

A Roberto Sánchez, le gustaban las baladas tanto como el rock puro y visceral de los cultores norteamericanos. Algo que probablemente le sucedió a cualquier pibe de barrio de su época. Recordemos que Sánchez era un digno representante de la clase trabajadora argentina que a fines de los 50 se buscaba la vida sin protocolos. Algunos de sus amigos de juventud lo sitúan montado a un carrito con el cual hacía repartos en la zona sur. Su geografía de siempre.

Entre esquina y esquina estaba la vocación en estado bruto del artista. Y su vocación era sobretodo desarrollar un estilo. Ni siquiera poseía un instrumento puesto que guitarras, batería y bajo electrónico llegaron años después a su vida. Gustaba de los amigos y los amigos gustaban de su presencia

en las reuniones de fin semana, de sus anécdotas y finalmente de sus sueños. El más grande de todos vivir de la música. Poco importaba que ninguno de los miembros de la barra, que posteriormente pasaría a llamarse Los de Fuego, supieran tocar nada en especial. Como Los Pistols en los 70, Los de Fuego, primero se avalanzaron sobre los instrumentos y luego empezaron a dominarlos.

Por entonces Sandro quería convertirse en un eximio guitarrista y pasaba largas horas aprendiendo a serlo. Como suele pasar en estas historias, un imprevisto lo puso al frente del micrófono y así el cantante se fue transformando en el protagonista de la fiesta.

Sus primeros vínculos con la música no estuvieron exclusivamente impulsados por el deseo colectivo de imitar a los grandes del rock and roll norteamericano. Es cierto que Sandro buscaba convertirse en un reflejo latino de Elvis Presley, pero hay más. Estos pibes de clase humildes y entusiastas también se ilusionaban escuchando a Rosamel Araya y Antonio Prieto. Una dicotomía que la mayoría de los chicos de hoy no serían capaces de soportar ni de resolver musicalmente.

A la generación de Sandro esta de convergencia estilos le divertía sobremanera. La base de la concepción de musical del astro era una fusión creativa que aunaba culturas y pasiones. La rebeldía rock, por un lado, y la lozanía latina, por el otro, que entonces se refugiaba en canciones de amor desesperadas muy propias de una idiosincrasia que veía en el culebrón un estilo de vida.

El resultado fue, en el caso de Roberto Sánchez, una sumatoria que lo mantuvo en sus inicios vibrando con el rock, y que luego lo encontró comprometido con la balada. Sandro pudo erigirse en un exponente más de la canción romántica, tal el caso de Enrique Iglesias, Armando Manzanero o José Luis Perales. Pero no, él prefirió resignificar el relato amoroso alimentando su sonido con una energía más típica del rock y que años después, por ejemplo, observaríamos en el pop melódico y algo sucio de gente como Maná y Juanes.

Sandro había nacido con no pocas virtudes que le ayudaron a captar el fervor del público femenino. Sus actuaciones cargadas de erotismo provocaron raptos de histeria calcados a los que se veían en las performances de Elvis Presley y más tarde en las de los Rolling Stones y The Beatles. Las chicas locales también lloraban desconsoladas ante la presencia omnipresente del movimiento pélvico de su ídolo.

Sin embargo, Sandro no era una burda imitación de Elvis. Su carisma, su secreta determinación de volverse un artista con luz propia lo terminaron de ubicar lejos del pelotón de cantantes latinos que calcaban gestos ajenos.

Su ascenso recuerda a lo acontecido con algunas de las estrellas del tango. Sandro, como ellos, también tuvo su época de oro, y como ellos, supo construir con el gusto generacional su herramienta de expresión preferida.

Cuando las masas clamaban por un rock accesible, traducido, que hiciera palpable la locura adolescente de los músicos americanos e ingleses, Sandro se convirtió al género como lo haría un acólito en un templo. Sin embargo, no pasó demasiado hasta que los estudios, como él mismo, se percataron de que su figura estaba ampliándose hasta un grado inesperado. Sandro trascendió las barreras estilísticas y dejó de gustar exclusivamente porque semejaba un Elvis made in Argentina. Había llegado el momento propicio para ocupar el espacio que Araya, Manzanero, Prieto y tantos otros jóvenes románticos, se estaban repartiendo. Sandro funcionaba con maestría tanto en el terreno electrónico como en el acústico. Aunque finalmente elegiría probar con la balada un giro mortal del cual saldría bien parado. Hoy podríamos llamarla de muchas formas: balada intensa, poesía popular y exquisita vuelta canción de barrio, ópera de estética mundana, y más.

De camino al estrellato, Roberto Sánchez se disfrazó definitivamente de Sandro. Su consagración dependía de esto. Y a su modo, este cambió fue también una manera de evidenciar su maduración como hombre y artista. Sandro no pretendía pasar a la eternidad como el "muchacho", que colgaba de una ventana y nos hacía reir y gozar a todos. Su idea era ir progresivamente dejando aquel entrañable personaje para dar lugar a otro más sosegado: el paradigma del caballero arriba y abajo del escenario.

Las flores en el camerino de las artistas que él admira son un clásico de la farándula. También su gusto por un glamour exacerbado en ocasiones especiales como el festejo de un cumpleaños o la presentación de un disco, siempre atado a una la fórmula de oro: limusina, hotel cinco estrellas, champagne para los invitados y traje oscuro.

El anonimato de sus comienzos fue extinto por el voluptuoso apetito de una generación que exigía ídolos mediáticos. Como si cada continente debiera tener el suyo. Sandro fue permeable a eso por mucho tiempo, pero claro, él impuso las reglas del juego. Y esto explica la curva que describió su carrera.

Sandro no quería convertirse en un cadaver exquisito. Su imagen sólo apuntaba rebeldía en materia de movimientos y vestimenta, en lo demás, no había dejado la simpleza del barrio. En esos años agitados, alguna vez declaró a la prensa: "Vivo la canción, la siento...No hay nada prefabricado y me dejo llevar por el ritmo, por el ambiente, por el público, que -por cómo aplaude- debe gustarle mi forma de actuar...Otra cosa sobre la que ponen reparos, es mi modo de vestir. La verdad es que no me creo tan excéntrico. Me gusta ponerme botas de cuero...Llevar patillas algo largas...Pero no creo que esto pueda considerarse muy estrafalario si se tienen en cuenta atuendos y apariencia de tantos jóvenes que, sin ser artistas, usan vestimentas mucho más insólitas".

Años después, con mucha agua corrida bajo el puente, Sandro adoptaría el smoking como prenda predilecta. Sobre el escenario le sumaría la bata de seda roja, la rosa roja y la copa de champagne. Los que alguna vez vieron en Sandro la encarnación del pibe eléctrico, enchufado 24 horas por día a una toma de corriente, luego debieron aceptarlo como un señor de la noche, de gestos calmos y depurados. Este fue el método de supervivencia de uno de de los más grandes ídolos de la canción latinoamericana. Su recursos para, como diría Joaquín Sabina, pasar de todo y no pasar de moda.

Sandro jamás fue protagonista de un verdadero ocaso artístico como sí ocurrió con otros intérpretes y conjuntos que ahora capean el temporal del olvido interpretando viejos éxitos. Su poder de convocatoria, en rigor, fue mermando en la medida en que lo hizo su salud. Aunque también existieron motivos más íntimos para que su carrera no adhiriera a las reglas de la mercadotecnia moderna.

En alguna ocasión Sandro rechazó trabajar según los parámetros de las grandes discográficas que le imponían giras interminables y un nivel de exposición que El Gitano no estaba dispuesto a aceptar. Sandro no quería alejarse del vecindario. Quiera, por sobretodo, mantener sus costumbres nacionales, aun si esto implicaba resignar su influencia hacia las nuevas generaciones. Sandro, por el contrario, conservó intactas a sus nenas.

En 1984 volvió al ruedo y a los escenarios con un disco que en cierto modo explicaba un instante crucial en su carrera "Vengo a ocupar mi lugar". Entonces dijo: "Es un poco como decía Alberto Cortez, "cuando un amigo se va, queda un espacio vacío..." A ese sitio no lo llena nadie. En este mundo hay un lugar para cada uno y lo puede perder únicamente si un mismo quiere, produciendo malos trabajaos, haciendo mal las cosas, pero cuando se trabaja con dignidad y honestidad, el público sabe reconocer y el lugar está siempre a disposición. Por eso ese título de Vengo a ocupar mi lugar fue un poco una humorada".

Si bien Sandro continúa regresando una y otra vez para festejar hechos trascendentales, su carrera ya se había perfilado desde hacía décadas por un una senda sin retorno. En el nuevo escenario musical, desde fines de los 80 hasta la actualidad, Sandro ha debido compartir carteleras con los nuevos monstruos de la canción romántica como Luis Miguel, Ricky Martin, Chayanne, Alejandro Sanz, Ismael Serrano y hasta con el hijo de un conocido suyo, Enrique Iglesias. Sin contar a los sobrevivientes e incansables vendedores como Django, Julio Iglesias, Franco Simone y otros.

No es que no hubiera espacio para alguien de la categoría de Sandro, es que sobretodo su expresividad necesitaba emparentarse a un mundo que jugaba con otras reglas. Es Roberto Sánchez el que se queja de una sociedad que utiliza 200 palabras, que ignora la poesía, que carece de modales y que descree del esfuerzo de las orquestaciones.

Frente a la tempestad del rock & pop, El Gitano mantuvo intacto los principios de su estética. No obstante, algunos de sus pares rockeros no dejaron de homenajearlo como al pionero del rock en la Argentina que fue.



CLAUDIO ANDRADE

domingo, 25 de mayo de 2008

Sandro. Fotos de su vida


Sandro. Fotos de su vida


Sandro. Fotos de su vida

Sandro, un ídolo que no se rinde .Diario La Razón de Bolivia

Roberto Sánchez en el escenario de la vida.



Un repaso por la vida del hombre y del artista. El gran “Sandro de América” y del mundo. El imbatible Roberto Sánchez Ocampo. El “Gitano”, el “Ídolo”, el “Maestro”.
Abdel Padilla Vargas • Fotos: AFP, Atodosandro.com.ar, Gabriel Defazio

Puede decirse que con Roberto Sánchez Ocampo el principio de compensación, con el que al final la vida mide irremediablemente las acciones de las personas, se ha aplicado de manera rigurosa. Haberle dotado, por un lado, de facultades extraordinarias, casi míticas, sobre el escenario, y haberle privado, luego, de gran parte de su capacidad de respirar y con ella limitado dichas facultades, lo demuestra.

Inteligente, como es, a sus 62 años él ha asumido ambos desafíos con madurez. Lo hace consciente de que una cosa tiene ineludiblemente que ver con la otra. No entenderlo así es casi como negar que Roberto Sánchez y Sandro es uno solo.

Sandro es el artista, el “ídolo”, el “maestro”, el “gitano”... Sandro es “Sandro de América” y del mundo. Roberto es el hombre, hijo único y primogénito, forjado a base de esfuerzo y bajo el canon de principios en los que el respeto, la persistencia y la palabra empeñada se hacen prácticas diarias y modelos de vida.

“De chico era exactamente igual que ahora: con determinaciones firmes y serenas, un poco loco como buen artista de rock and roll, con mucha garra y fuerza, con mucha responsabilidad hacia el público. Eso sí, siempre cumplía su palabra. Sobre el escenario, un caballero”.

Lo dice alguien que lo conoce por más de 40 años, que ha compartido por igual con Sandro que con Roberto, alguien que conoce de cerca los efectos adversos de la enfermedad, que han limitado al artista y han debilitado al hombre —hace más de 10 años que le confirmaron que tiene enfisema pulmonar, debido a los más de 20 cigarrillos que pitea por décadas—: el entrañable amigo Miguel Lito Vázquez.

Se conocieron —según relata éste último a La Razón— mientras el padre de Roberto repartía vino en el barrio. Los dos compartían el gusto por tocar una guitarra y el sueño de conformar algún día un grupo musical.

Pero Lito Vázquez es, ante todo, privilegiado testigo de los dos momentos que cambiaron la vida de Roberto y crearon a Sandro.

Con el sino de la estrella

Cuando Lito y Roberto terminaron la primaria, y éste último tenía 13 años, la escuela donde estudiaban, República del Brasil, organizó un acto escolar para celebrar alguna fecha patria, y en el que ambos decidieron hacer una parodia de una actuación de Elvis Presley en un programa de televisión, como se menciona en la biografía del artista publicada en el portal atodosandro.com.ar y confirma Lito Vázquez.

Él se disfrazó de una conocida entrevistadora y Roberto de Elvis. Para ello recurrió a ropas prestadas, un jopo levantado a fuerza de fijador y patillas pintadas con corcho. Luego de la entrevista, realizada en un enrevesado inglés, el imitador de Elvis hizo la fonomímica de una de las canciones del Rey, con gran aceptación del público. Ya en su segunda intervención, el disco se rompió y Roberto tuvo que cantar a capella, sorprendiendo y llevándose todos los aplausos de los presentes.

El siguiente paso fue aprender a tocar guitarra. En ello colaboró —según el mencionado portal— Enrique Irigoytía, otro amigo del barrio, con quien luego formaron varios conjuntos, entre ellos Los Caribes, Trío Azul, Los Caniche de Oklahoma y finalmente Los de Fuego, cuyos miembros eran Enrique Irigoytía, Lito Vázquez, Héctor Centurión, Armando Luján y Roberto Sánchez. En el grupo, Roberto no era el cantante, sino la primera guitarrra, porque según él “era el que menos mal la tocaba”.

El conjunto se presentó en varios lugares con relativo éxito y mayor o menor aceptación, hasta que consiguieron que el representante artístico Mario Naon, que por entonces representaba al exitoso grupo Jakie y los Ciclones, los escuchara en un baile en el Club Bomberos de Avellaneda.

Allí sucedió un segundo evento sin el cual no es posible concebir la carrera del artista. Por casualidad o producto del destino, el cantante Héctor Centurión se quedó sin voz. A ello se sumó el accidente de otro de los integrantes que rompió las cuerdas de su guitarra, por lo que Roberto debió prestarle la suya y tomar el lugar de Centurión y cantar. Como ya sus amigos adivinaban, Roberto no sólo cantó, sino que “hizo todo lo que después lo haría famoso: bailar, moverse y tirarse por el suelo al ritmo del rock. La gente deliraba, al grado que el empresario del club exigió que abandonaran el escenario”, sigue el portal dedicado al ídolo argentino.

Nace Sandro

Luego de la presentación, Naon se quedó como manager del grupo, al que hizo algunos cambios: Roberto sería la primera voz y su nuevo nombre sería Sandro, aquel que su madre había elegido al nacer y que el Registro Civil no permitió. También cambió el nombre del grupo, que en adelante se llamaría Sandro y Los de Fuego.

“Naon —se relata en la página electrónica— consiguió varias presentaciones por semana y una prueba en una empresa grabadora, que los rechazó tan sólo con verlos, la CBS. En Odeón les fue peor, les preguntaron si no tenían un repertorio más comercial”.

Merced a la insistencia de Sandro y algún “truco” que debió sacar de la manga, la CBS finalmente escuchó su voz y decidió contratarlo, pero sólo a él.

De esta manera editó su primer disco simple, con las canciones ¿A esto le llamas amor? y Eres el demonio disfrazado, que vendió poco o casi nada. Al poco tiempo se editó otro simple no con mejor suerte, hasta que fue el propio Sandro quien logró que convocaran a su antiguo grupo para grabar con ellos Hay mucha agitación, el primer gran éxito del conjunto rockero.

A la par, intervinieron en prestigiosos programas en la televisión, como “Sábados Circulares”, de Pipo Mancera, donde no pasó desapercibido el “cantante sexy, vestido con cuero negro, que meneaba la pelvis y terminaba cantando tirándose por el suelo”.

Presionado por algunas ligas de madres, el canal suspendió a Sandro y su conjunto por sus “movimientos obscenos y pornográficos”. Mancera se puso firme y amenazó: “Si sacan al chico, levanto el programa”, y así fue como Sandro y Los de Fuego volvieron a la pantalla chica.

El grupo se mantuvo durante tres años , grabando dos LP, hasta que Sandro, que ya estaba asociado con su nuevo representante, Óscar Anderle, decidió separarse para probar con otro grupo del que formaban parte Bernardo Baraj y Adalberto Cevasco: “Black Combo”, así llamado en homenaje al guitarrista de Elvis, Bill Black.

Fue por estos años que Sandro, junto con “Pajarito” Zaguri y el “Gordo” Martínez, creó “La Cueva”, “un mítico local de rock en la avenida Pueyrredón y Juncal, donde día a día iban a tocar los que luego serían los más importantes músicos del rock argentino: Moris, Pappo, Miguel Abuelo, Litto Nebia y otros tantos.

“La cueva la hicimos nosotros con el \'gordo\' Martínez, con nuestras manos, empapelando todo con los papeles de la tintorería de la abuela del \'gordo\'. Ésa es la realidad, aunque después muchos seudos periodistas rockeros la negaban, y decían que yo iba por ahí muy de vez en cuando o que sólo iba a guardar mis instrumentos. Si La Cueva era mía. Yo tengo fotos ahí en la puerta que dice \'La Cueva de Sandro\'”, recordó el “Gitano” el año pasado en una entrevista concedida al programa radial A todo Sandro, pionero en el formato de homenaje al “Ídolo”.

“Fuimos los primeros, pero no somos los únicos, ahora hay varios de esos programas”, dice Gabriel Defazio, conductor y uno de los creadores de A todo Sandro, y, cómo no, fanático incondicional de Sandro, a pesar de sus cortos 35 años. “Actualmente, hay mucha gente joven que escucha a Sandro, lo que pasa es que su música siempre estará vigente”, dice.

Momentos para no olvidar

A decir de Mabel Armentía, seguidora e historiadora argentina de la vida de Sandro, son varios los momentos en los que el artista tocó la gloria, aunque vale la pena destacar su actuación en el Madison Square Garden de Nueva York, el 11 de abril de 1970. Ese día fue muy especial porque fue la primera vez que actuaba un cantante latino y era la primera vez que se transmitía un show musical vía satélite.

Armentía también destaca la ocasión en que el “Gran Sandro” llevó adelante el maratónico desafío de realizar 40 funciones continuas, hazaña que logró entre octubre de 1998 y febrero de 1999, con 3.500 personas por función. “Es un récord que ni él mismo va a superar”, sentencia Armentía.

Es probable que el LP más vendido fue “Sandro de América”, donde está incluido su éxito Rosa Rosa. Aunque la historiadora aclara que el LP “Mi amigo, el puma” vendió 1,5 millones de discos, en 1973, lo que le valió uno de los siete discos de oro que recibió.

Hay muchos expertos en Sandro, pero muy pocos en Roberto Sánchez, quizás su esposa, Olga Garavano, con quien se casó el año pasado y a quien llama “la mujer que me cuida y me mima”,

Tal el secreto del hombre y del artista: ser siempre Roberto y Sandro en el escenario de la vida.

En colegio fue un alumno regular que destacó en la clase de poesía.

En sus inicios sólo tocaba la guitarra, aún no cantaba.

Un día el cantante quedó afónico y Roberto tuvo que suplirlo.

Ganó el Festival de la Canción por un voto sobre Daniel Toro.

Tiene el récord de actuar en 40 funciones continuas en cinco meses.

En su juventud fumaba hasta 20 cigarrillos diarios.

Discos

1965 - 69: Sandro y Los de Fuego (65), Al calor de Sandro y Los de Fuego (65), El sorprendente mundo de Sandro (66), Alma y Fuego (66), Beat Latino (67), Quiero llenarme de ti (68), Una muchacha y una guitarra (68), La magia de Sandro (69), Sandro de América (69), Sandro (69).

1970-79: Muchacho (70); Sandro espectacular (71); Te espero (72); Sandro; (73); Sandro, siempre Sandro (74); Tú me enloqueces (75); Sandro, un ídolo (77); Querer como Dios manda (78).

1980-89: Sandro (81), Vengo a ocupar mi lugar (84), Sandro (86), Sandro 88 (88).

1990-99: Volviendo a casa (90), Con gusto a mujer (92), Clásico (94), Historia viva (96).

2000-2007: Para mamá (2001); Sandro (2002); Mi vida, mi música (2003); Amor gitano (2004); Sandro en vivo (2005); Secretamente, palabras de amor (2006).

Biografía

Roberto Sánchez Ocampo, el primer y único hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, nació a las tres de la mañana del 19 de agosto de 1945, en la Maternidad Sardá, de Parque Patricios. La balanza marcó 1.800 kilogramos, por lo que requirió de una incubadora, aunque poco después fuera un sano y robusto muchachito que correteaba por las calles de Valentín Alsina.

Se dice que aprendió a leer y a escribir muy tempranamente, virtud que le ayudó a ingresar directamente a segundo grado de la escuela República del Brasil. De inicio destacó en poesía y dibujo, mas no en matemáticas. Paradójicamente, una de las clases de la que huía frecuentemente era música.

Luego ingresó al Colegio Nacional Mariano Moreno, donde fue un estudiante regular.

Un incidente aislado de disciplina le obligó a dejar este recinto educativo, dedicándose desde entonces a varias actividades laborales para ayudar a las finanzas familiares.

Desde niño demostró su afición por el rock y en particular por Elvis Presley. Gracias a esta aptitud fue fundador y miembro de varios grupos musicales.

En octubre de 1967, ya como solista, participó del Primer Festival Buenos Aires de la Canción. Ante la sorpresa de muchos, que aún lo consideraban un hombre de rock, interpretó una balada que no pudo ensayar debido a una huelga de los músicos: Quiero llenarme de ti; tema con el que ganó por un voto sobre Daniel Toro. Desde entonces, su carrera tomó una vía ascendente. En 1969 protagonizó, con total éxito, su primera película Quiero llenarme de ti. A ella le siguió La vida continúa, con similar resultado. Su música y sus películas se convirtieron rápidamente en éxitos no sólo en Argentina, sino también en varios países de América: Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo, Costa Rica, Ecuador, México e incluso Estados Unidos. El mundo estaba a punto de conocer a “Sandro de América”.

Con información de atodosandro.com.ar

Entrevista

En ocasión del aniversario número 350 del programa radial A todo Sandro, a las 14.50 horas del sábado 23 de junio de 2007, Sandro se comunicó con los conductores, y por su intermedio con todo Buenos Aires. Fue una de las últimas entrevistas públicas prolongadas que concedió el “ídolo”, y de la cual reproducimos algunas partes sobresalientes.



Sandro: Levanto mi copa de agua con ustedes, porque ahora tengo un régimen alimenticio especial, no puedo tomar alcohol, no puedo comer sal, no puedo comer nada... Saben que uno de mis pocos placeres es la mesa, sentarme y comer comidas étnicas, japonesas y chinas y todo ese tipo de cosas, pero todo eso lleva salsa de soya y si vos estás con este problema y te querés suicidar, te tomás una cucharada de salsa de soya y te morís.

Conductores: Recién comentábamos que Arjona vino a la Argentina para grabar un tema con usted, ¿qué hay de cierto en eso?

Sandro: Ya lo grabé... Grabamos un tema muy viejo de él, y bueno yo traté de hacer lo que pude, porque yo todavía, como ustedes saben, tengo que recuperar parte de mis cuerdas vocales.

Conductores: ¿Alguna vez compartió escenario con Raphael?

Sandro: No, jamás... Bueno chicos, los voy a dejar, los llamé para saludarlos por estos 350 programas y para agradecer profundamente todo lo que ustedes hacen sencillamente por este hombre, que ha hecho de la canción un oficio, una profesión, y ustedes se encargan de mantenerla viva.

Sandro 'el Gitano' o el mito argentino


El Periódico.com.

Sandro el Gitano. ABEL Gilbert
Su nombre real es Roberto Sánchez. Pero él es Sandro, a secas. O Sandro de América. Tres generaciones de argentinas --y no solo ellas-- siguen suspirando por este cantante que, a principios de los 60, tras clonar a Elvis Presley, se convirtió en un objeto de deseo popular y que hoy, a los 62 años, pone a prueba su leyenda.
Sandro nació en 1945 y explotó como fenómeno de masas cuando no había cumplido los 25 años. ¿Recuerdan las reacciones histéricas, los llantos de éxtasis, el apasionamiento de las adolescentes durante la primera beatlemania? Bueno, Sandro el Gitano provocó algo más o menos parecido a una escala regional y de clase. Las chicas de escasos recursos, las empleadas domésticas, las solteras empedernidas, lo erigieron como su propio dios pagano. Con las décadas, algunos bienpensantes comenzaron a elogiarlo. A fin de cuentas, dijeron, no era tan vulgar.
Sandro vendió unos 20 millones de discos. Canciones como Dame fuego, Rosa, Rosa o Tengo inundaron las radios y los corazones. El Gitano protagonizó 16 películas y hasta hizo de James Bond argentino en Operación Rosa-Rosa. Fue el primer latino en cantar en el Madison Square Garden, en abril de 1970. Miles y miles de inmigrantes latinoamericanos en Nueva York acudieron a la cita. El concierto se transmitió vía satélite. Fue todo un acontecimiento.
Su primer grupo se llamó Sandro y los de Fuego. Pero no tuvo suerte con el rock and roll. Sánchez apostó entonces por la canción romántica y abonó el camino de una de las más extrañas idolatrías que se conozcan en esta ciudad. El Gitano no era un cantante romántico. Su manera provocativa de actuar en escena, tan a lo Presley; su voz grave, intimista o arrebatada; ese cachondeo incontinente, al borde del mal gusto, tuvieron una eficacia arrebatadora.
Sus seguidoras, allá por los 70, comenzaron a arrojarle sus bragas al escenario como prenda de adoración. Tres décadas más tarde, las mismas fans seguían repitiendo el rito. Y un Sandro gordo y limitado en sus movimientos las complacía con una cuota de autocompasión e ironía. Si alguien conocía las incomodidades del mito era Sánchez. A tal punto que decidió vivir en los suburbios bonaerenses en una casa amurallada, lejos de los paparazis, y con una mujer mayor que él.
Semanas atrás, la vieja imagen lasciva de Sandro se imprimió en las paredes de Buenos Aires como parte de la campaña publicitaria de las zapatillas Converse, junto con las fotografías de James Dean, Sid Vicious (el líder de Sex Pistols) y figuras del presente como Billie Joe Armstrong, de la banda Green Day.
Días después de que rejuveneciera, se supo que el Sandro real espera un transplante cardiopulmonar debido a un enfisema crónico causado por el tabaco. El cantante dijo que, pese a su popularidad, no acepta privilegios y respetará el turno de su operación. Confesó que no puede cantar, que las cuerdas vocales le fallan. Sus chicas de siempre le dicen a sus nietas que Sandro saldrá victorioso, como en el final de Operación Rosa Rosa. "Prefiero no perderme la vida. Quedar tirado en una cama con un tanque de oxígeno es lo mismo que estar muerto", las consoló el Gitano.

Preocupa la salud de Sandro

Diario El Día. Artículo del 15 de mayo
Versiones aseguran que el estado del Gitano se agravó en los últimos días y sería urgente la necesidad del transplante

La noticia preocupa y corrió como reguero de pólvora por las redacciones periodísticas. Se habría agravado la salud de Sandro y ahora más que nunca es urgente el trasplante.

En un informe del canal América se comunicó que el popular cantante "está en segundo lugar en la lista del Incucai a la espera de un trasplante cardiopulmonar".

Al mismo tiempo se indica que el cuadro clínico del Rey de América ha provocado una honda preocupación entre sus fans, que siguen las noticias sobre su estado de salud.

Ofrecimientos de trasplantes

Según una versión surgida del seno de sus más allegados se afirma que la salud del cantante habría empeorado y sólo una persona está antes que él en la lista de espera del Incucai.

En el informe visto por televisión se emitieron declaraciones de Sandro donde él mismo sostiene que "tengo como 14 ofrecimientos de trasplantes", pero a la vez aclara que "no es simplemente un pulmón, sino que tienen que ser los dos".

En tanto, el popular cantante le pidió a sus "nenas" que no cometan "la locura y tenemos entonces que ser muy cuidadosos con este tema, porque yo sé que hay chicas muy fanáticas que son capaces de cualquier cosa".

Vivir con máscara de oxígeno

Vale recordar en este momento que cuando trascendió el tema del trasplante que necesita el popular intérprete, la noticia terminó con la renuncia del ex titular del Incucai, doctor Armando Perichón.

Ahora, comentan en el entorno más íntimo del Rey de la canción en América que "están muy preocupados porque la salud de Sandro se habría agravado en los últimos días y ahora más que nunca se hace imperiosa la necesidad del trasplante cardiopulmonar".

Actualmente Sandro pasa sus días recluido en su casa de la localidad bonaerense de Banfield "recluido entre máscaras de oxígeno y una enfermedad que lo ha confinado aún más en los últimos tiempos".

Ante este panorama, es probable que el trasplante cardiopulmonar de Sandro se lleve a la práctica mucho antes de lo que se suponía y más teniendo en cuenta que figura en segundo lugar en la lista del Incucai.

viernes, 9 de mayo de 2008

Sandro le pidió a Dios una chance más para cantar

Sandro le pidió a Dios una chance más para cantar -Infobae-

Fue el ruego del popular cantante en declaraciones televisivas. En una charla distendida, habló sobre su delicado estado de salud, sus días en su casa de Banfield y su último sueño

En una charla distendida, Sandro se refirió a su estado de salud y lo definió como "la dulce espera", para luego agregar que en estos días "no me puedo mover de mi casa, tengo la valija lista para salir cuando me digan, cuando consigan los dos pulmones y el corazón que necesito".

Sin embargo, aclaró que "tienen que servir para mí. Me tomaron medidas como para un traje, necesito un traje con chaleco".

Sobre su situación afirmó: "Estoy con calma y paciencia también, un poco de tristeza y algo de depresión. Se sufre mucho porque no se puede hacer nada. Soy esclavo de un tubo de oxigeno. Donde voy tengo un carrito al lado mío. Tengo que estar siempre listo como los bomberos".

Señaló luego que "con el 10% de capacidad pulmonar, apenas pudo componer un poco porque si me muevo necesito oxigeno".

Acerca de su próximo cumpleaños, destacó en diálogo con Crónica TV que "hay que olvidarse. No se hace ni de casualidad. Sólo si estoy lo festejo con mi familia".

Para el final fue bien sincero: "Yo estoy en manos de Dios. Él usa a los médicos como instrumento. Sólo le pido que me de una sola chance para volver a cantar, una sola vez, sino mi vida no tiene sentido".

lunes, 5 de mayo de 2008

Sandro.fotos de su vida




Sandro.fotos de su vida


viernes, 2 de mayo de 2008

Sandro - Rosa Rosa -una joya-