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jueves, 7 de enero de 2010

Muere Sandro, el último gran ídolo latinoamericano


Diario El Mercurio de Chile.

Muere Sandro, el último gran ídolo latinoamericano

El astro argentino falleció ayer a los 64 años a causa de un shock séptico. Llevaba 46 días hospitalizado tras un complejo trasplante cardio-pulmonar.

ANDRÉS DEL REAL
"No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad", pedía Sandro en su clásico "Una muchacha y una guitarra". Una solicitud que difícilmente cumplirán los familiares del astro argentino, así como las miles de fanáticas que dejó en este mundo, "sus nenas''.

Fueron 10 años luchando contra un devastador enfisema pulmonar, provocado por su prolongada adicción al tabaco, que lo llevó a fumar hasta 80 cigarrillos diarios. Un mal que finalmente le ganó la batalla a uno de los últimos grandes ídolos de la música latinoamericana.

Sandro murió ayer a las 20:40 horas en el Hospital Italiano de Mendoza, recinto que no pudo abandonar desde el 20 de noviembre del año pasado, cuando fue sometido a un doble trasplante de pulmones y corazón. Un final tan dramático como paradójico para un artista cuya voz y pasión lo convirtieron en referente ineludible para muchas generaciones de intérpretes de la región.

"Lamento informar que Sandro dejó de existir", dijo secamente Claudio Burgos, médico personal del artista, ante decenas de periodistas, mientras afuera casi cien personas lloraban abrazadas de chapitas, cuadros y retratos de su ídolo. "Falleció como consecuencia de un cuadro de shock séptico", agregó el facultativo, quien durante la tarde ya había advertido la gravedad del estado de salud del intérprete, quien desde el trasplante fue intervenido en cinco oportunidades. Ayer fue un día crítico para el argentino, quien pese a las dos últimas operaciones finalmente no pudo superar las complicaciones bronquiales que presentó.

Nacido en Buenos Aires el 19 de agosto de 1945 y criado en Lanús, Roberto Sánchez Ocampo -su verdadero nombre- participó durante su juventud en diversos grupos considerados pioneros del rock en español, como Los Caniches de Oklahoma y Los de Fuego. Tal como en los cuentos, en una de las presentaciones con estos últimos, el vocalista se quedó sin voz, y entonces Sánchez, hasta entonces guitarrista, asumió ese rol. Para ese entonces, ya era conocido como "Sandro", el nombre que sus padres quisieron ponerle al nacer, pero que el Registro Civil argentino rechazó.

No era su único apodo: sus movimientos pélvicos y contorsiones sobre el escenario le valieron tempranamente el apelativo de "Elvis criollo". Un honor para ese joven, que debutó cantando temas del Rey del Rock.

Fueron aquellos meneos característicos los que además le significaron el rechazo del sector conservador de la Argentina de los 60, pero también la adoración de las mujeres, aquellas que con el tiempo se convertirían en "sus nenas", que lo visitaban religiosamente en su casa de Banfield -ayer no fue la excepción- y que hasta ayer prendían velas afuera del hospital mendocino. Las chilenas también se encandilaron con el magnetismo del "Gitano", quien debutó en estas tierras a los 23 años, con una encendida presentación en el Festival de Viña 1968.

El "Gitano" de América

Pero Roberto Sánchez fue mucho más que una moda enfundada en cuero. A mediados de los años 60 dejó los covers rockeros para transformarse en un baladista de carácter y en ídolo internacional, gracias a composiciones que se convertirían en clásicos continentales, como "Así", "Porque yo te amo", "Te propongo", "Penas" y "Rosa, Rosa", entre otras. La fusión de ese espíritu provocativo y el romanticismo de sus temas sería revalorizada por nuevas generaciones de artistas, que verían en el "Gitano" al padre del rock en español.

Junto con esto, su paso por el cine no hizo sino acrecentar y expandir su fama por el continente, gracias a una docena de títulos que protagonizó entre 1967 y 1980. Por esos años ya era capaz de sostener memorables shows en los más prestigiosos escenarios, siendo el primer latino en llenar el Madison Square Garden de Nueva York.

Para los que lo conocieron, Sánchez fue un sujeto amable, sencillo, y dado a la conversación. Una imagen distinta de la que proyectó sobre los escenarios, dicotomía que confesaría el propio artista a "El Mercurio" en 1986: "El señor Sandro es un personaje que no tiene mucho que ver conmigo. Ese señor es un poco una alquimia extraña de lo que a muchos tipos les gustaría ser".

Además, el argentino siempre se preocupó de cuidar su vida privada, la que terminó compartiendo con su segunda esposa, Olga Garaventa. "Ella fue el sostén de Roberto", cuenta la biógrafa de Sandro, Graciela Guiñazú, autora de la última entrevista que concedió el astro frente a las cámaras, en 2005. Ahí la periodista fue testigo de los deseos de vivir del ídolo: "Yo puedo perder la vida, pero la vida no me la pierdo", dijo el cantante a Guiñazú.

Dos amigos en el cine

En la década de los 70, Sandro participó en más de doce películas. En su primera incursión en la pantalla grande compartió escenas con la chilena Ginette Acevedo, y más tarde lo hizo con el actor Walter Kliche.


52
discos originales grabó Sandro en cuatro décadas de carrera.

12
películas protagonizó entre 1967 y 1980.


Discografía elemental
"ALMA Y FUEGO" (1966)

Es el primer larga duración donde Sandro apunta hacia la balada latina, para alejarse de los covers de rock & roll, la espina dorsal de su carrera hasta esa fecha. Incluye "Como caja de música", bajo la firma Sandro-Anderle, responsable de sus más grandes éxitos por casi 20 años.

"UNA MUCHACHA Y UNA GUITARRA" (1968)

Último disco con versiones, y la primera obra de su carrera editada en toda Latinoamérica, armada con los singles que lanzó durante el primer semestre de 1968, todos éxitos rotundos como "Porque yo te amo", "Como lo hice yo", y el hit que titula el álbum.

"LA MAGIA DE SANDRO" (1968)

En este disco Sandro afianza su trabajo compositivo junto a Oscar Anderle, al punto de firmar todos los temas del álbum. Es una obra con algunos de sus más grandes clásicos como "Penas" y "Tengo", considerada una de las mejores canciones en la historia del rock argentino.

"SANDRO DE AMÉRICA" (1969)

Tras actuar en el festival de Viña de 1968, el mercado latino se abre para Sandro y alcanza incluso al público hispano de Estados Unidos. Incluye "Rosa, Rosa", probablemente su canción más conocida y un hito en Argentina, con casi dos millones de copias vendidas.

"CLÁSICO" (1994)

Sandro regresa a sus primeros pasos, a sus inspiraciones de los años 60. Interpreta versiones de clásicos anglo como "Extraños en la noche", "Te llevo bajo mi piel" y "La sombra de tu sonrisa", y boleros como "Toda una vida", "Sigamos pecando", y "Sombras".


Sus íntimos y diversos lazos con Chile
Fueron numerosas las presentaciones de Sandro en Chile desde su legendario y encendido debut en el Festival de Viña de 1968. Una actuación que grabó a fuego la relación del "Gitano" con sus fanáticas chilenas.

"Pocas veces se ha visto una catarsis generalizada como ésa", recuerda Gloria Simonetti, presente durante aquella memorable actuación, y además una de las artistas chilenas que más compartió con el artista.

"Nosotros nos conocimos allá por el año 71. Yo estaba recién partiendo en el canto, e hicimos varias actuaciones juntos. Después realizamos una gira por Chile, y él siempre fue muy amable, muy poco estrella. Dejaba que la gente se acercara a él. De hecho, a mí las mujeres me miraban feo porque yo era la niña que andaba con Sandro", recuerda la cantante nacional.

A partir de esos encuentros, la intérprete de "Mira, mira" se formó una impresión muy positiva del argentino. "Con toda esa cosa que desplegaba sobre el escenario, esa pasión y electricidad, él era un hombre muy cauteloso en la vida diaria, de mucha conversación; un tipo muy agradable, sencillo y encantador", cuenta. Y agrega: "Eso sí, fumaba como carretonero".

Sobre su último encuentro con Sánchez, Simonetti rememora: "Fue en un programa con Raúl Matas ("Una vez más", 1990, en la foto); debíamos hacer algo juntos y él no puso ningún problema. Se instaló en el piano, hicimos un medley de sus canciones y salió perfecto".

Otro chileno que compartió con Sandro fue Carlos Pinto, quien le realizó un par de entrevistas en 1986 para el programa "En vivo", que conducía Antonio Vodanovic. "Él se portó maravilloso. Hablamos primero en Buenos Aires y luego en un restaurante en Santiago, y la verdad me quedo con la mejor impresión de él. Un tipo gozador, conversador, y que pese a ser una gran estrella siempre tuvo los pies sobre la tierra", cuenta el hombre de "Mea culpa".
http://diario.elmercurio.cl/2010/01/05/espectaculos/espectaculos/noticias/6fe084df-d684-4559-afb2-e0cf6b58c513.htm

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